Digitalización en salud: cuando los datos no son suficientes 

Digitalización en salud: cuando los datos no son suficientes 

En The Digital Doctor, un médico relata una escena que parece mínima, pero revela un gran problema. Antes tardaba pocos segundos en prescribir un medicamento. Después de implementar la historia clínica electrónica, el mismo proceso pasó a tomar hasta un minuto.

La situación mencionada por Sandra Escobar Espinosa, Healthcare Lead de Conexia, en un interesante posteo de LinkedIn no es solo una anécdota. Es una alerta.

“La promesa de eficiencia digital se pierde cuando el diseño tecnológico no conversa con la realidad clínica”, asegura nuestra especialista.

Si se produce esa brecha, la digitalización, pensada para acelerar la atención y optimizar recursos, puede transformarse en una fuente de fricción. 

En el ámbito de la ciencia de datos aplicada a salud, ocurre con frecuencia. Sistemas que prometían eficiencia terminan agregando pasos, complejidad y carga administrativa.

¿Por qué sucede esto? La Dra. Escobar Espinosa plantea cuatro razones:

  • Sistemas centrados en el cumplimiento y no en el flujo clínico.
  • Interfaces que sobrecargan en lugar de simplificar.
  • Falta de interoperabilidad real entre sistemas.
  • Capacitación insuficiente y poca gestión del cambio.

El error no está en la tecnología. Está en el enfoque.

En muchos proyectos de digitalización en salud, el objetivo inicial consiste en transcribir lo que se hacía en papel a un sistema digital. 

Ese enfoque, que parece cómodo para acelerar un proyecto, tiene consecuencias profundas: se digitalizan procesos que nunca fueron eficientes.

Digitalizar un proceso ineficiente no va a tener impacto positivo en la organización, aún con la mejor tecnología.

Porque la digitalización en salud sin rediseñar procesos, es similar a ponerle motor a un carro de caballos: puede avanzar más rápido, pero sigue siendo un carro, no un vehículo diseñado para desarrollar velocidad de una manera eficiente.

Tecnología diseñada para registrar, no para decidir

Una de las raíces del problema es conceptual. Los sistemas se diseñan para capturar datos, cumplir normativas o generar reportes. 

Por su parte, el entorno clínico necesita información que facilite decisiones, coordine equipos y acompañe al paciente.

En la práctica esto genera un choque cultural:

  • El sistema prioriza registros.
  • El profesional prioriza decisiones.
  • El paciente prioriza resultados.

Cuando la tecnología se ocupa de “cargar datos” y no de “crear inteligencia”, se transforma en una tarea más dentro de la lista de obligaciones del personal de salud.

Sobrecarga cognitiva: cuando la pantalla pide más que el paciente

Muchos sistemas de historia clínica electrónica exigen más clics, más validaciones, más campos obligatorios.

Cada clic es una decisión adicional. Cada campo que completa el profesional implica menos tiempo frente al paciente.

La tecnología, que debería ser un asistente silencioso, se vuelve protagonista, interrumpiendo el flujo clínico en lugar de acompañarlo.

Interoperabilidad: la información está, pero no llega

Otro punto crítico en la digitalización en salud es la falta de interoperabilidad real. La información existe —en laboratorio, en imágenes, en turnos, en farmacia— pero no fluye. 

El profesional termina actuando como mensajero digital: haciendo capturas de pantalla, copiando datos entre sistemas, repitiendo lo que ya está registrado en otro lugar.

Los datos sin interoperabilidad son datos inmóviles. Y los datos inmóviles no generan valor.

La transformación digital no es software. Es rediseño.

El verdadero salto de calidad llega cuando la tecnología se usa para transformar procesos, no para replicarlos.

Digitalizar no es cargar datos. Es crear información accionable.

Lo cual implica:

  • Revisar procesos antes de elegir herramientas,
  • Definir qué decisiones queremos mejorar,
  • Diseñar tecnología que soporte al profesional, no que le compita.

Los mejores proyectos de digitalización del mundo parten de una premisa simple: primero se rediseña el proceso, luego se digitaliza.

Una premisa que también aplica a la digitalización en salud.

¿Qué significa “crear valor” con datos en salud?

Un dato no genera valor solo por existir. Genera valor cuando cambia una decisión clínica, reduce un riesgo o mejora la experiencia del paciente

En lugar de medir sólo si “los datos están cargados”, deberíamos evaluar:

  • Cuánto tiempo gana el profesional para estar con el paciente.
  • Cuántos errores se previenen.
  • Cuántas decisiones se vuelven más seguras.
  • Cuánto se reduce la burocracia.

El éxito de la digitalización en salud no se mide en pantallas, sino en tiempo y resultados.

Hacia una salud digital más humana

Para transformar la frustración digital en valor real, se necesitan principios claros:

1. Involucrar a los profesionales de salud desde el inicio. No diseñar para ellos; diseñar con ellos.

2. Rediseñar procesos antes de digitalizar. Ningún software corrige un proceso malo.

3. Convertir datos en decisiones y decisiones en acción. La tecnología debe anticipar riesgos, sugerir pasos y facilitar el flujo. No sé trata sólo de registrar, sino para mejorar la toma de decisiones

4. Medir impacto clínico, no solo el cumplimiento regulatorio. La pregunta no es “¿se cargaron los datos?”, sino “¿está mejorando la gestión y la atención?”.

La digitalización no es un objetivo en sí mismo. Es un medio para mejorar la calidad del cuidado médico, y liberar tiempo humano para lo que importa: el encuentro entre profesional y paciente.

Cómo explica Sandra Escobar Espinosa, la transformación digital no es solo implementar tecnología. Es rediseñar la experiencia clínica con datos, inteligencia y empatía.

El desafío pasa por evitar que la digitalización en salud se convierta en una frustración digital.

La clave no consiste en tener más datos, sino en transformarlos en valor clínico.

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